“Gracias a la salida del Sol, el paisaje es casi pintoresco. Al Oeste, la vista se extiende por una inmensa llanura hasta la montaña de Maldonado. En la cumbre del monte se encuentran muchos montoncitos de piedras que evidentemente está allí desde hace mucho tiempo. Mi compañero me asegura que aquello es obra de los antiguos indios. Esos montones se parecen, aunque en menor escala, a los que se encuentran tan corrientemente en las montañas del país de Gales. El deseo de señalar algún acontecimiento cualquiera por medio de un montón de piedras dispuesto en el lugar más elevado de los alrededores, parece ser una pasión inherente de la humanidad. Actualmente no existe ni un solo indio salvaje o civilizado en parte alguna provincia, y desconozco si los antiguos habitantes hayan dejado tras suyo recuerdos más permanentes que esos insignificantes montones de piedras en la cumbre de la Sierra de las Ánimas.”